La mejor manera de honrar a nuestros ancestros es reconociendo que “somos” nuestro árbol, con sus luces y sus sombras, así como también nuestros descendientes.
Las ceremonias sirven como recordatorios de esto, y hay una muy sencilla que se puede hacer. Consiste en preparar un “altar de ancestros”, un lugar en la casa, que puede ser una pequeña mesita, el estante de una biblioteca o hasta una caja forrada. Colocás un mantelito que señale que ese lugar será especial y sobre él dispones fotos u objetos que te los recuerdan. Ubicás los elementos del linaje materno de un lado y los del linaje paterno del otro.
En el centro, colocás una vela blanca que nos recuerda la luz de la que todos venimos y a la que regresamos después de esta vida. Al estar ubicada en el centro, unifica ambos linajes.
Un recipiente con frutas y flores, por delante de la vela, brindará la energía del florecimiento y el renacimiento, que es una manera de recordar que cada experiencia vivida por nuestros ancestros fue un aporte al mundo que dejaron al partir. Todo lo que vivieron tuvo sentido, y somos nosotros los que le otorgamos ese sentido a través del recuerdo y la aceptación incondicional. También es conveniente ubicar un recipiente con agua. Vela, recipiente y cacharro con agua quedan alineados en el centro del altar y los objetos o fotos de tus ancestros a los costados.
Otros elementos son aquellos que resuenan con tu cosmovisión, como imágenes que consideres sagradas (ángeles, santos), elementos de la Naturaleza (cristales, plumas) y todo objeto que consideres. El jade es el cristal que elijo para mi altar, considerada una “piedra eternidad” por los Maya, facilitadora del viaje al “otro lado”.
El altar debe tener también un lugar donde colocar una sahumadora para quemar una mezcla de resinas y hierbas (de preferencia, copal y salvia blanca; si no se consigue copal se puede quemar incienso o mirra). Se puede utilizar un sahumerio si no se dispone de sahumadora.
La ceremonia se debe mantener muy simple. Una vez colocados los objetos sobre el altar encendemos la sahumadora o el sahumerio, la vela y bendecimos el lugar con palabras amorosas. Nos tomamos unos minutos para conectar con lo sagrado en nosotros y en la Totalidad, pidiendo estar bien enraizados en nuestra Madre Tierra.
El tiempo que sigue es para recordar a tus ancestros y conversar con ellos, en voz alta o en nuestro corazón, agradeciéndoles su aporte al mundo, honrando el camino que transitaron, comunicándoles que entendemos su dolor en los desafíos y estamos abiertos a recibir las enseñanzas de su experiencia.
Es un momento de profunda conexión. No analices, dejá de lado las críticas y creencias que se hayan ido transmitiendo en la familia. Solo conectá desde tu ser auténtico, con tu intuición, para que se libere lo que está listo para soltarse.
Despedite de ellos con humildad y cariño. Te recomiendo escribir en un cuaderno las sensaciones, palabras o imágenes.
Dejá que se agote la vela. Cuando lo haya hecho, lleva las frutas, las flores y el agua a un lugar en la Naturaleza (en lo posible a la base de un árbol) para que todas estas energías sigan el curso natural de la existencia.
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