Salmos para tranquilizar el alma y el corazón



Los salmos son oraciones que realmente se activan cuando son rezadas en voz alta, como si estuviéramos hablando con alguien. Así que cuando estés rezando una oración para tranquilizar el corazón y calmar el alma, trate de aislarse en un lugar tranquilo y reservado, que ayude tu concentración. No te olvides también de dar gracias de antemano por las bendiciones recibidas.

Salmo para tranquilizar el espíritu y dar gracias al Señor

Salmo 28: “A Ti llamaré por calma, oh Señor; no enmudezcas conmigo; que no suceda, callándote tu conmigo, que yo sea semejante a los que descienden al abismo; Escucha la voz de mis súplicas, me calma cuando levante mis manos a su oráculo sagrado; No me arrastre a los impíos y a los que practican la iniquidad, que hablan de paz a su prójimo, pero tienen mal en sus corazones; Bendito sea el Señor, porque él escuchó la voz de mis súplicas; El Señor es mi fuerza y mi escudo, el Señor es la fortaleza de su pueblo y la fuerza salvadora de su ungido; Salva tu pueblo y bendice tu herencia; cálmalos y exáltalos para siempre.”


Entienda el Salmo 28: Cómo él ayuda a calmarse en momentos de necesidad

Justo al inicio del salmo Dios es invocado, pidiendo a gritos para ser escuchado y venir a resolver nuestros anhelos y preocupaciones. Casi siempre Dios nos responde en silencio, pero a veces nos calma en medio de un silencio sin respuesta.

Cuando nosotros no elaboramos esta situación nos asustamos, por eso son citado “aquellos que descendieron al abismo”. Lo que esperamos de este Salmo para calmarnos es que Dios nos proteja de la maldad de aquellos con malos sentimientos, citados como impíos (personas contra y que no respetan ningún tipo de religión).

Otras enseñanzas contenidas en este Salmo para tranquilizar es que además orar por nosotros, siempre podemos orar por quienes están a nuestro alrededor: “Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; cálmalos y exáltalos para siempre”.

Y como se cita anteriormente en la oración para tranquilizar siempre es importante mostrar gratitud a Dios y en el Salmo 28 no es diferente: “Bendito sea el Señor, porque él escuchó la voz de mi súplica, el Señor es mi fuerza y mi escudo”.