El breve periodo de tiempo vacacional es habitualmente el único que nos concedemos para dedicar más tiempo a nuestras propias necesidades, nuestros pensamientos interiores y expectativas personales. Sin embargo, inmersos de nuevo en la rutina, dejamos las buenas intenciones atrás en décimas de segundo, olvidadas entre las «obligaciones» diarias.
Además, los expertos aseguran que, aunque intentemos desconectar para dedicarnos tiempo a nosotros mismos, somos incapaces de hacerlo de forma productiva para nuestro crecimiento personal y emocional y, sin embargo, es imprescindible en nuestro camino en busca de la felicidad.
nuestro cerebro cuenta con el potencial innato de comportarnos como animales o como Dioses, y que está en nuestra mano tomar conciencia de cómo funcionamos, detectar nuestros temores y apegos, y determinar cuáles son los obstáculos o miedos que nos paralizan en el camino hacia la consecución de la felicidad.
Pero, ¿cuáles son habitualmente los principales enemigos de la felicidad?, algunos factores clave:
•Control emocional. Es imprescindible saber gestionar las emociones, tomando conciencia de que las personas somos mucho más que las diferentes emociones que experimentamos en determinados momentos y, de esta forma, conseguir que las emociones no nos esclavicen y dominen nuestra vida. Por ejemplo, cuando estamos enfadados y sentimos ira destruimos y somos capaces de hacer cosas que en un estado de relajación jamás hubiéramos hecho.
•La ignorancia. Las personas inteligentes se tratan bien a sí mismos y en consecuencia tratan bien a los demás.
•Los pensamientos negativos o creencias limitadoras. Hay que aprender a detectar los pensamientos automáticos de nuestra mente y no darles crédito. Debemos observarnos a nosotros mismos y ser capaces de tomar ciencia de estos pensamientos para bloquearlos y poder desarrollar unos pensamientos nuevos que nos permitan vivir una vida más libre y creativa. Evitar pensamientos como el del alumno que suspende matemáticas y piensa que jamás será un buen estudiante. Si lo piensa se dará cuenta de que aunque no valga para las matemáticas podrá valer en otras facetas de la vida. Por suerte no todos valemos para lo mismo.
•El miedo. Es uno de los principales enemigos del ser humano, ya que nos paraliza. Cada vez que lo sintamos, podemos preguntarnos ¿qué es lo peor que me podría pasar si me atrevo a hacer aquello que deseo? Veremos que las consecuencias no son tan catastróficas como nuestra mente nos hace creer. Si además decidimos pasar a la acción, nos habremos dado el permiso de comprobar que rara vez se confirman nuestros máximos temores y, además, pronto descubriremos que somos capaces. El miedo se vence pasando a la acción y esto nos va a hacer que crezcamos en autoestima.
•No saber perdonar. Debemos reconocer que todos, como seres humanos, podemos sentir y sentimos pereza, celos, rabia u otras emociones destructivas. El primer acto para mejorar pasa por el reconocimiento de dichas emociones y el perdón de las mismas. Así el perdón al otro nos resultará mucho más fácil. Dejar de criticar y juzgar ahorra mucha energía.
•Aceptación. Debemos intentar transformar y mejorar todo lo que depende de nosotros mismos y aprender a aceptar las situaciones que llegan y que no depende de nosotros. Por ejemplo, aceptar una ruptura por parte de la otra persona. La aceptación siempre entendida como un acto de madurez y no de resignación.
•Reconocer las voces del ego y la conciencia (al ángel y al demonio). Debemos aprender a reconocer a estas dos voces y saber desde donde queremos contestar, desde nuestros instintos más básicos o desde los valores más elevados como la misericordia o la empatía. Es una decisión personal.
Para que el cambio ocurra solo nos necesitamos a nosotros mismos. «Si las claves de la felicidad ya viven en nosotros, ¿porque no trabajar en conquistarlas en vez de conformarnos con los mecanismos aprendidos? Locura es pretender que las cosas cambien si seguimos comportándonos de la misma manera».