Si te llamas igual que tu padre o madre, quizás estés cargando con el peso de su vida sin saberlo. Revisa de qué se trata.
La carga que lleva un nombre, es un tema inmerso en la teoría de las constelaciones familiares.
Para muchas familias poner el nombre de un familiar, del padre o abuelo es un honor y una tradición para muchas familias que actúan como clanes. En el inconsciente, por ejemplo, llevar el nombre del padre habla de la necesidad de integración al nuevo miembro a través de este acto, así como también una forma de recordar a quienes fueron o son importantes en nuestra vida. Ponerle el nombre de un antepasado a un recién nacido, trae consigo una serie de cargas.
¿Cuál es concretamente el efecto de repetir los nombres?
Indico el peligro de este acto, ya que los nombres actúan como fotocopias y al ser repetido se devalúa y pierde fuerza. Además de mencionar que en la repetición está el riesgo de ser un “árbol que da frutos o bien plantas venenosas”.
Para entender mejor su teoría hay que explicar que los nombres tienen una vibración o fuerza. Si ponemos el nombre de un hermano muerto a un bebé, estamos en realidad dejando en el recién nacido la carga de ser como aquel hermano. Además si el nombre que ponemos tiene una historia de depresión sumamos esa carga a la nueva persona.
La elección del nombre para el bebé es algo que debe llegar a ambos padres de manera intuitiva; no ser repetido, sino darle la oportunidad de comenzar algo nuevo. No obstante, también entrega pautas de cómo mejorar esta situación para quienes ya están con este problema y sienten que están repitiendo la misma historia. Si el nombre que tenemos trae consigo una carga demasiado fuerte lo ideal es atreverse a cambiarlo, o bien, usar el segundo nombre. De esa manera reducimos los riesgos de llevar con nosotros una carga o repetir la historia vivida por nuestros antepasados.