Si nos pusiéramos a pensar en los hábitos negativos que frenan nuestra felicidad, seguro hablaríamos de cosas como las preocupaciones, el estrés, las prisas, el millón de pendientes que cada uno de nosotros tiene. Lo que no podemos negar es que lo que más nos daña es el resentimiento, el odio y el coraje que podemos tener hacia alguien que voluntaria o involuntariamente nos lastimó. El rencor provoca enfermedades entonces ¿qué podemos hacer para liberarlo? Hoy quiero hablarte de las diferencias entre perdonar y disculpar.
Sí, esos conceptos son diferentes, seguro ahora que lo piensas crees que tiene que ver con el olvido pero no es así ¿cómo lo sé? Porque tengo muy buena memoria, estoy seguro que tú también y si lo decidiéramos podríamos recordar las ofensas que hemos recibido, eso no quiere decir que no hemos perdonado. El perdón no tiene que ver con el olvido.
Hay situaciones que aunque queramos, nos es imposible olvidar pero pueden ser perdonadas o disculpadas esta es la diferencia:
DISCULPAS CUANDO…
Entiendes la razón por la cual te ofendieron, que la persona estaba cansada, tenía problemas en casa, estaba enferma, no sabía lo que hacía, andaba ebria. Entiendes la razón y probablemente no la justificas, pero la entiendes: Tú le disculpas.
PERDONAS CUANDO…
No te cabe en la cabeza la razón por la cual te hicieron tanto daño, después de tanto afecto, cariño o amor: Tú le perdonas.
No hay tercera opción. Estas variantes son las que te permitirán cerrar el ciclo, de lo contrario, sin disculpar o perdonar te harás más daño a ti que a quien te lastimó.
Sé muy bien que perdonar no es fácil, puede llevarnos días, meses y hasta años. Seguro tú como yo conoces de casos que han perdonado cosas terribles pero cuando por fin se logra hacerlo, las bendiciones no esperan. Es cierto que la herida sigue ahí pero ya no nos duele, esto es señal de que ya se perdonó.
Te invito a echar fuera los odios y rencores, hagámonos la firme decisión de liberarnos de ellos. Si tenemos que perdonar ¡hagámoslo ya!
Si nos están pidiendo perdón por alguna ofensa, perdonemos; pero perdonemos con el corazón. Que no nos quede en el alma ningún rencor, ningún remordimiento. Si nos ofrecen una disculpa, hay que aceptarla; eso quiere decir que quien nos la ofrece está reconociendo su culpa. Si pensamos que no podremos olvidar la ofensa, no importa, cuando menos la hemos lavado con el agua del perdón.
¿Qué hay en tu vida pendiente de perdonar? Recuerda que es importante dejar esos sentimientos negativos atrás para que puedas continuar con tu vida. No estamos exentos de lo malo pero sí podemos decidir ser felices y hacer lo posible para llevar una vida plena, ánimo.
CL