Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra, como en el cielo. El pan nuestro de cada día, danos el de hoy, y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del maligno, amén.
¡OH, gran Dios! por quien todo se ha librado, líbrame de todo mal. Oh, gran Dios, que has concedido tu consuelo a todos los seres, concédemelo también. Oh, gran Dios, que socorriste y ayudaste a quien te lo ha suplicado, ayúdame y socórreme en todas mis necesidades, mis penalidades, mis trabajos, mis peligros; líbrame de todos los obstáculos y de las emboscadas de mis enemigos tanto visibles como invisibles, en el nombre del Padre. Que ha creado el mundo; en el nombre del Hijo, que lo ha redimido; en el nombre del Espíritu Santo, que ha ejecutado la ley en toda su perfección. Yo me inclino a tus pies y me pongo bajo tu santa protección, Así sea. Que la bendición del Dios Padre, quien con una sola palabra lo creó todo, sea siempre conmigo, Así sea. Que la bendición del Hijo, Nuestro Señor Jesucristo Dios viviente, sea siempre conmigo. Así sea. Que la bendición del Espíritu Santo, con sus siete dones, sea siempre conmigo. Así sea. Que la bendición de la Virgen María. Madre Inmaculada, sea siempre conmigo.
Así sea.