Soy tu ángel de la guarda. Sí, sí, tu ángel de la guarda, como lo oyes.
Quise enviarte esta nota por este medio porque tanto tú como yo estamos metidos en muchos líos y vamos tan a las carreras que, dudo que podamos hablar juntos un rato con calma, de nuestras cosas.
A lo mejor te sorprende si te escribo para felicitarte sin motivo aparente. No me equivoco si te confieso que, en este día tan especial, estoy contento gracias a ti. Todos los ángeles del cielo me han felicitado; bueno, todos nos hemos felicitado unos a otros porque hoy es el día de nuestra fiesta; pero a mí me han felicitado de manera especial por ser tu ángel de la guarda. Dios quiso crearme en el mismo instante en que pensó en ti y me siento muy orgulloso de haber recibido de Él la consigna grande y apasionante de cuidarte, protegerte y ayudarte a ser cada día más feliz. Desde el instante que conocí esta misión me puse a tus órdenes y trato de conseguirte todo aquello que necesitas para ser feliz; incluso me emociona pensar que debo luchar a brazo partido contra todos aquellos que te impiden ser mejor.
Me siento orgulloso de ti, porque sé que no es fácil lograr lo que traes en tu mente y en tu corazón: tus proyectos, tus ilusiones, tus ideales, tus dificultades, tus compromisos, tus incertidumbres, tus desánimos y fracasos, etc.; pero me admiro al comprobar que te esfuerzas por lograr lo que te propones.
Gracias por permitirme ser tu ángel de la guarda. Prometo no separarme de ti y demostrarte que existe alguien muy importante en tu vida que te quiere de verdad: Dios. Por eso te creó. A Él le estoy pidiendo en este día que te dé fortaleza y amor para vivir feliz toda la eternidad.
Me despido dándote las gracias por haber leído mi nota. Además quiero compartir contigo unos versos que muchas personas en la tierra rezan y cantan hoy a su ángel de la guarda. Yo las escucho todos los años en esta fecha y me encantaría escucharlas también de tus labios y de tu corazón. Gracias, una vez más.
ORACION
Ángel santo de mi guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones
y cuentas todos mis pasos.
En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho
tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios, que yo escuche
tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo
hacia Dios, que me lo envía.
Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.
Amén