Amada presencia de dios, cierra mi manto de luz blanca que me hace invisible e invencible para toda creación humana y para todo espíritu encarnado o desencarnado que no venga por bien. Por el poder de la santa sangre de tu hijos Jesucristo.
Por la gracias de nuestro padre celestial.
Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre
venga a nosotros tu Reino; Hágase tu voluntad aquí en la Tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy, y perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden; mas no nos dejes caer en la tentación.
AMEN.