Oración al Manto de María



El Manto de María es una fina y delicada capa de virtud y santidad perfectas, tejida con los hilos más finos y multicolores.

En el tejido de Su Capa se entrelazan el grato y bienechor algodón de la Humildad, el resplandeciente y blanco lino de la Pureza, la sutil y reconfortante seda del Amor y a la vez la fuerte cuerda de la inconmovible Sumisión y Obediencia. 


Su Capa es un Fuerte, Indestructible y Bello Tejido Multicolor, de todas las Virtudes agradables a Dios.

¡Que delicia para Dios contemplarlo y recrearse en tan Hermosa Virtud de Nuestra Madre!

¡Así revienta de rabia Satanás, nada más contemplarla! Durante su vida en la tierra, intentó muchas veces quebrantarla con sus tentaciones y acechanzas... pero ¡qué desilusión no se llevó la cruel bestia infernal!.

Porque designada estaba desde Su Concepción que libre de su poder estaría. Así lo quiso Dios. Así le plació al Creador, que creó en Ella SU PROPIA CASA, resguardada Su Integridad por Sus Santos Guardianes del Cielo, que La custodiaban. Día y noche La guardaban. A María, Predestinada y Santa, Madre Pura e Inmaculada.

Y así, ya libre de sus crueles y perversas acechanzas, María sigue hoy queriendo compartirnos el Abrigo de Su Manto. TODO LO QUE DIOS LE DIO A ELLA Y PARA ELLA, la Humilde, la Santa, ¡nos lo quiere dar!, ¡bajo Su Manto nos quiere abrigar!.

Debajo de Su Manto, estaremos protegidos y a salvo de los dardos de Satánás malévolo, que no consiguen atravesarlo.

Quien bajo el Manto de María se cubre, LIBRE ESTÁ DE TODA ACECHANZA, NO HAY PELIGRO NI ESPÍRITU MALIGNO que le haga temblar ni preocuparse. Pues SU FINA Y FUERTE CAPA ES INTRASPASABLE para Satanás. Nada malo la traspasa, ¡nada!, ¡nada!, ¡nada!.

¡Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, Protectora de todos los que te escuchan y a ti se confían, no desprecies las súplicas que te presentamos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos ahora y siempre de todos los peligros, Virgen Gloriosa y Bendita!

¡En Ti confiamos, nos acogemos, esperamos, y a Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, María, nos consagramos!