El término aromaterapia fue usado por el químico francés, Maurice Gattefosse, descubridor de las propiedades curativas del aceite esencial de lavanda. En sus investigaciones comprobó la importancia de los aceites esenciales para la buena circulación sanguáínea y linfática y el modo en que influyen sobre el metabolismo.
Los aceites esenciales, sustancias de olor aromático intenso, son extractos concentrados de plantas aromáticas. Estas mezclas complejas están constituidas por 50 a 500 moléculas volátiles del tipo terpeno. Las plantas aromáticas contienen en flores, hojas, cortezas o raíces estos líquidos volátiles que son posibles de arrastrar mediante vapor de agua, siendo la destilación el método más común para la obtención de este tipo de extracto.
El sentido del olfato está conectado directamente al sistema límbico la parte del cerebro humano que controla las emociones y que también posee importantes funciones relacionadas con la memoria.
Percibimos un olor cuando unas moléculas aromáticas penetran la cavidad nasal estimulan los terminales nerviosos encargados de detectar olores. Estos terminales convierten el influjo de moléculas aromáticas en impulsos nerviosos y los envían al sistema límbico en donde, dependiendo de que tipo de aroma se trate, provocan diversos tipos de reacciones emotivas y estimulan recuerdos.
Historia de la Aromaterapia
Las plantas y extractos aromáticos han sido muy apreciados por las grandes civilizaciones antiguas, que se extendían desde Babilonia y Persia hasta India y China. Los textos médicos más antiguos de estos países, que se remontan al menos 3000 años, enumeran muchas plantas aromáticas y sus usos. Algunas de las descripciones más detalladas se hallan en los antiguos escritos egipcios; ellos utilizaban plantas fragantes en todos los aspectos de la vida, desde la perfumería y la cosmética hasta la medicina, y en los rituales para embalsamar a los muertos.
Sabemos que los egipcios contaban con dioses para casi todos los aspectos de su vida cotidiana y para el Más Allá. En el caso de los perfumes, también tenían sus patrones. El dios que habitualmente se tiene como patrón de los perfumes es Nefertum, dios habitualmente representado como un Nilo, o un joven surgiendo de una flor de loto, en clara referencia al ciclo solar puesto que esta flor se abre al amanecer orientado al este y se cierra y desaparece bajo el agua en la oscuridad.
Algunos de los potes de ungüentos que fueron excavados en la tumba de Tutankamon contenían resinas conservantes como el incienso, las que no habían perdido su aroma a pesar del tiempo transcurrido. Los egipcios eran conscientes del valor que tenían las fragancias para realzar el estado de ánimo y se ganaron la reputación de maestros perfumeros.
Sin embargo, resulta interesante constatar que los egipcios no parecen haber descubierto el procesamiento para destilar los aceites esenciales de las plantas, utilizando en cambio aceites y ungüentos infusionados. Más adelante, estos fueron utilizados por los griegos y romanos como medicinas, y en los baños públicos como parte del ritual cotidiano que tanto disfrutaron en particular los romanos.
Los siete aceites sagrados los usaban diariamente los sacerdotes y sacerdotisas en el culto a los dioses para ungir las estatuas, así como también en la momificación y en la ceremonia de apertura de la boca del difunto. Además los médicos los usaban como sus medicamentos para la curación de la enfermedad. En este sentido también se han encontrado las tablillas de ofrendas en las tumbas de los médicos.
No podemos olvidar en este resumen de la historia de la Aromaterapia a otras grandes civilizaciones menos conocidas que también han utilizado plantas aromáticas: los indios empleaban la madera de sándalo tanto como incienso o en preparados cosméticos, como en ungüento sagrado para ungir la cabeza de los reyes y sumos sacerdotes. En India se prepara una pomada cosmética con sándalo, áloes, rosa y jazmín; y para reducir la fiebre preparaban otra pomada con raíz de usira (probablemente vetiver).
En África es todavía usual untar el cuerpo con aceite perfumado para contrarrestar el efecto del sol. Se utiliza el aceite de coco o de palma perfumado con hierbas o maderas aromáticas. Los árabes, siguiendo la costumbre iniciada en el antiguo Egipto, preparan sus ungüentos en forma de conos que se colocan en la cabeza y al fundirse les perfuman todo el cuerpo. De forma similar, las mujeres de Tahití se lavan el pelo y lo untan con una pomada llamada monoi, hecha de aceite de coco perfumado con sándalo o flores.
Los olores siempre han tenido relación con la divinidad, y se utilizaron en las grandes ceremonias. Los tres Reyes Magos le ofrendaron al niño Jesús además de oro, incienso y mirra. El incienso calma el estrés físico y despierta la conciencia del alma: mientras que el aroma del segundo calma los miedos y resuelve la ansiedad sobre el futuro. –Martha Szaga
LOS 7 ACEITES SAGRADOS
En el imperio antiguo existían especialistas encargados de los aceites perfumados reales que se almacenaban en la cámara de los ungüentos donde una selección de siete aceites sagrados era reservada para el uso de los más altos sacerdotes y sacerdotisas y se entregaban al difunto para el transporte del alma al más allá. Se reconocía a estos aceites alquímicos la capacidad de transportar la energía a través del universo y abrir puertas a otras dimensiones, así como mover dicha energía a través de los distintos niveles dimensionales.
Los 7 Aceites Sagrados y los 7 Chakras
- ÁMBAR ROJO, que se corresponde vibracionalmente con el primer chakra.
- MUSK O ALMIZCLE, cuya correspondencia en octava vibracional la hace con el segundo chakra.
- JAZMÍN, aceite que entra en resonancia vibracional con el chakra tercero.
- ROSA, el aceite por antonomasia de la perfumería tradicional. Es un aceite clave en nuestros días ya que la correspondencia la establece con el chakra cuarto.
- ÁMBAR CACHEMIR, aceite sagrado que vibra en sintonía con el chakra quinto.
- SÁNDALO, cuya vibración entra en resonancia con el sexto chakra.
- LOTO, antiquísimo aceite que se usa para realizar la conexión espiritual a través de nuestro séptimo chakra.
En Saqqara se han descubierto dos tumbas del imperio antiguo (aprox. 2.300 a.C) en donde se han encontrado tablillas de ofrendas de alabastro para los siete aceites sagrados.
En las tablillas aparecen los nombres escritos en lenguaje jeroglífico de los siete aceites sagrados sobre cada uno de los siete receptáculos habilitados para contener los siete aceites sagrados. Los siete aceites sagrados se mencionan en los listados de ofrendas de la primera dinastía (3.000 a.C aprox), en los Textos de las Pirámides y aparecen reflejados en documentos históricos y literarios de otras culturas antiguas.
La tradición oral nos informa del conocimiento místico-espiritual que las escuelas ocultas del conocimiento han transmitido de forma oral a los iniciados a lo largo de los siglos. Así, la tradición oral considera, además de los siete aceites sagrados para los siete chakras físicos, la existencia de siete aceites sagrados para los siete chakras aúreos o etéricos, localizados en el aura de los seres e interdependientes de los siete chakras físicos.
ACEITES ESENCIALES
Los aceites esenciales, sustancias de olor aromático intenso, son extractos concentrados de plantas aromáticas. Estas mezclas complejas están constituidas por 50 a 500 moléculas volátiles del tipo terpeno. Las plantas aromáticas contienen en flores, hojas, cortezas o raíces estos líquidos volátiles que son posibles de arrastrar mediante vapor de agua, siendo la destilación el método más común para la obtención de este tipo de extracto.
El principio es llevar a ebullición una suspensión acuosa del material aromático; el agua llega a su temperatura de ebullición y al cambiar al estado de vapor, éste arrastra las moléculas de aceite, los que se condensan en un refrigerante pasando al estado líquido, cayendo en la rama del Clavenger.
El principio es llevar a ebullición una suspensión acuosa del material aromático; el agua llega a su temperatura de ebullición y al cambiar al estado de vapor, éste arrastra las moléculas de aceite, los que se condensan en un refrigerante pasando al estado líquido, cayendo en la rama del Clavenger.
Como consecuencia de su concentración en principios activos, los aceites esenciales pueden combatir con validez un determinado número de afecciones pulmonares, rinofaríngeas, hepáticas, uterinas, intestinales, urinarias y cutáneas. Los baños con esencias tonifican y reequilibran el organismo. La sangre y los tejidos se liberan de las grasas y toxinas por la acción depurativa de las esencias. Los aceites esenciales se pueden suministrar, segùn cada caso, por via interna, sólo que en asociaciones, generalmente en forma de gotas (las dosis son siempre escasas si se quiere una eficacia máxima); por vía externa, como linimento para frotaciones, baños, inhalaciones o fumigaciones.
En tu cuerpo está el jardín florido. Siéntate en los mil pétalos del loto y aspira desde allí la belleza infinita. —Kabir
EFECTOS FISIOLÓGICOS
Los efectos de los aceites esenciales sobre el organismo pueden clasificarse en terapéuticos o tóxicos dependiendo de la forma de administración, dosis y susceptibilidad del paciente. Los aceites esenciales, en general, comparten ciertas propiedades terapéuticas que permiten sus usos como antisépticos, antiinflamatorios y cicatrizantes, pero cada esencia destaca por alguna propiedad única, la que va a depender de la interacción molecular de sus componentes. La siguiente tabla muestra los efectos terapéuticos de algunos aceites esenciales.
ACEITES ESENCIALES Y SUS PROPIEDADES
- Rosa: Antidepresivo, ansiolítico, antiespasmódico.
- Bergamota: Antiséptico, astringente.
- Sándalo: Antiséptico, ansiolítico.
- Ilang-ilang: Antiséptico, afrodisíaco.
- Mirra: Antiséptico, ansiolítico.
- Azahar: Sedante, ansiolítico, antiespasmódico.
- Manzanilla: Sedante, antiespasmódico.
- Albahaca: Estimulante, descongestionante.
- Romero: Antiséptico, estimulante, diurético.
La utilización de estos aceites debe hacerse bajo control de un terapeuta especializado. Advertencia: nunca se deben ingerir o aplicar sobre la piel aceites esenciales en su estado puro.
Árbol de té: Fatiga, agotamiento mental y fisico. Falta de emotividad, de creatividad y de fuerza. Para personas que suelen perder con facilidad su energía vital; que han bloqueado sus emociones y se sienten sucias y/o indefensas.
Geranio: Pasividad, indecisión, pérdida de la fuerza de voluntad, estancamiento. Para las personas que les cuesta plasmar sus ideas, se bloquean y les falta fuerza para cambiar la situación. Su mente se mantiene en constante actividad, mientras ellas permanecen pasivas y estáticas. Les aporta entusiasmo, concreción, equilibrio, desarrollo de la creatividad. Integra la voluntad y el pensamiento.
Mirra: Aislamiento, soledad, incomunicación, orgullo espiritual, resentimiento. Indicada para personas que se retraen por miedo a ser heridas, que temen la intimidad emocional. La mirra ayuda a restañar las heridas y borrar las cicatrices emocionales, aportando claridad de visión interna, permitiendo la conexión espíritu-mente-cuerpo; insufla el valor necesario para enfrentarse a sus propios miedos y motivaciones para vivir plenamente.
Canela: Frialdad, apatía, fantasías no vividas, inhibición o desinterés sexual. Útil en personas que parecen no interesarse por nada. Viven en su propio mundo de fantasías. Carecen de la capacidad de transformar sus propios sueños en realidad, por haber bloqueado sus sentimientos, emociones y creatividad. Parecen tener los pies firmemente sobre la tierra, pero no concretan ni materializan sus ideas. Separación entre mente y cuerpo. Viven tristes en el pasado.
Lavanda: Agitación, ansiedad, impaciencia, inquietud, desasosiego, angustia, cansancio, abatimiento. Indicado en personas que están desarmonizadas. Para los que están desequilibrados afectivamente, inquietos, irritables, estresados y alarmados. La Lavanda armoniza y equilibra las emociones, ayuda a las prácticas espirituales, aporta paz, armonía, calma, serenidad.
Romero: Olvido, desarraigo, aislamiento, desagradecimiento. Para personas a las que les cuesta mucho concentrarse. Para los que no quieren aprender. Son personas hurañas, esquivas, desatentas. En general se produce una desconexión entre el sistema de transmisión de la mente y el cuerpo. Este equilibra las funciones de transmisión interna y ayuda a vivir positivamente en plena comunicación con uno mismo y con los demás.
Ciprés: Frustración, pérdida de voluntad, deseo de muerte, pérdida de los objetivos en la vida, abatimiento, sedentarismo, insatisfacción, fastidio, mal humor, irritabilidad, vejez prematura. Indicado en personas que se sienten viejas, suelen aparentar muchos más años de los que tienen, a quienes los problemas superan en su capacidad de resolución.
Manzanilla: Ansiedad, desequilibrio emocional, hipersensibilidad, angustia con opresión en el pecho. Cambios emocionales bruscos. Personas que suelen cambiar de estado de ánimo fácil y rápidamente. Tendentes a las tensiones físicas y trastornos psíquicos. El estrés forma parte de ellas. Duermen mal, sufren pesadillas y a veces sonambulismo. Se conmueven fácilmente.
Tomillo: Depresión endógena, ansiedad, tristeza, hipocondria. Carencia de fortaleza física y espiritual para salir de las crisis. Para personas que nunca paran y llegan al agotamiento extremo. No reconocen sus límites y no hacen nada para invertir la situación hasta haber agotado todas sus defensas, psico-físicas.
Debido a su alta lipofilicidad los aceites esenciales pueden ingresar al organismo a través de la piel, mucosas (boca, nariz, faringe) y el tracto gastrointestinal, por lo que se pueden administrar por vía dérmica, respiratoria u oral.
ACEITES ESENCIALES Y ESTRÉS
Hace más de medio siglo, Hans Selye (1936) definió el estrés ante la Organización Mundial de la Salud como: “la respuesta no especifica del organismo a cualquier demanda del exterior”. El término, proveniente del idioma inglés, stress, ha sido incorporado rápidamente a todos los idiomas, alojándose fácilmente en la conciencia popular. El estrés supone la aparición de sintomatologías tanto a nivel biológico, psicológico y social.
Muchos de los cambios biológicos que se producen en el organismo sometido a estrés no son perceptibles por el ser humano, y se precisan procedimientos y diagnósticos para determinar el nivel de la reacción. Sin embargo, a nivel psicológico, muchos síntomas producidos por el estrés pueden ser fácilmente identificados por la persona que está sufriendo dichos cambios. Una de las reacciones más frecuentes en este sentido es la ansiedad.
Se identifican por lo menos las siguientes tres fases en el modo de producción del estrés:
- Reacción de Alarma, en que el organismo, amenazado por las circunstancias, se altera fisiológicamente por la activación de una serie de glándulas, especialmente en el hipotálamo y la hipófisis ubicadas en la parte inferior del cerebro, y por las glándulas suprarrenales localizadas sobre los riñones en la zona posterior de la cavidad abdominal. El cerebro, al detectar la amenaza o riesgo, estimula al hipotálamo, que produce “factores liberadores” que constituyen sustancias específicas que actúan como mensajeros para zonas corporales también específicas.
- Estado de Resistencia, en que el individuo es sometido en forma prolongada a la amenaza de agentes lesivos físicos, químicos, biológicos o sociales; el organismo, si bien prosigue su adaptación a dichas demandas de manera progresiva, puede que disminuya sus capacidades de respuesta debido a la fatiga que se produce en las glándulas del estrés. Durante esta fase suele ocurrir un equilibrio dinámico u homeostasis entre el medio ambiente interno y externo del individuo.
- Fase de Agotamiento, donde la disminución progresiva del organismo frente a una situación de estrés prolongado conduce a un estado de gran deterioro con pérdida importante de las capacidades fisiológicas, en las que el sujeto suele sucumbir ante las demandas pues se reducen al mínimo sus capacidades de adaptación e interrelación con el medio. Los síntomas de estrés pueden ser psíquicos y físicos. Dentro de los psíquicos se distinguen, entre otros, la tensión, irritabilidad, problemas de concentración, cansancio excesivo, problemas de sueño, preocupación y tristeza. Los síntomas físicos se caracterizan por boca seca, aumento de la frecuencia cardiaca, malestar estomacal, deseo frecuente de orinar, palmas de las manos sudorosas, dolor de espalda, tensión muscular que puede causar contracturas y dolor, mareos, problemas para respirar.
Una de las esencias más estudiadas a nivel mundial frente al estrés es la de lavanda. La literatura científica describe para la esencia de flores de lavanda propiedades ansiolíticas, antiespasmódicas y cicatrizantes, y sugiere su uso en casos de insomnio, espasmos, ansiedad, migrañas nerviosas, heridas y quemaduras. Entre los componentes químicos responsables de su actividad ansiolítica destaca el linalol, alcohol terciario alifático, y el éster acetato de linalilo, que son sustancias de bajo peso molecular.
La región olfatoria es el único lugar del organismo donde el sistema central está estrechamente relacionado con el mundo exterior; así, los estímulos olfativos llegan directamente a las centrales de conexiones más internas del cerebro. Después de un mensaje olfativo, el aroma atraviesa la corteza rinoencefálica a través de numerosas fibras nerviosas y alcanza las centrales de control superior del cerebro como el hipotálamo, la glándula hormonal superior y el tálamo, que es el centro más importante para los estímulos sensoriales.
Existe una estrecha relación entre aromaterapia y el olfato, un sentido que nunca descansa, debido a que estamos expuestos en cualquier momento a las fragancias del ambiente, de la naturaleza, de las personas o de las cosas, aún cuando estamos dormidos. Los olores los percibimos por la nariz alcanzando así la mucosa olfativa, donde se encuentran las células olfativas sensoriales, las células de sostén y las células basales. El moco acuoso es el encargado de transportar los aromas a los cilios que transforman estos olores en señales químicas.
Las prolongaciones nerviosas de las células olfativas alcanzan el bulbo olfatorio terminando así en los glomérulos que es donde se procesan las señales aromáticas que son conducidas por las células receptoras especiales hacia el sistema límbico y al hipotálamo. Un poco de tiempo después parte de la información olorosa alcanza la corteza cerebral haciendo consciente el aroma percibido.
En estudios de laboratorio y estudios animales, se observó que ciertos aceites esenciales tienen propiedades antibacterianas, antivíricas, antifúngicas, efectos calmantes, o energizantes. En las pruebas de inocuidad de los aceites esenciales, se han encontrado muy pocos efectos secundarios negativos. Se encontró que los aceites de lavanda y los del árbol del té tienen efectos parecidos a los de las hormonas.
Los productos de aromaterapia no necesitan la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos porque no se les atribuyen efectos médicos específicos.